EL AJO

Por David Alma, Herbolario en Herboristeria Plaza Real en Lorca

Fuente fotográfica: tusrecetas.abcdesevilla.es
Fuente fotográfica: tusrecetas.abcdesevilla.es

Ya estamos notando como aumentan las temperaturas y nuestro organismo se prepara para recibir la estación que rige el Fuego asociado al astro Sol, cuyo meridiano corresponde al Corazón e Intestino Delgado. Es por ello que, en este artículo vamos a hablar del Ajo, conocidísimo bulbo introducido en la alimentación mediterránea y adoptado como abanderado de nuestra cultura. Sin embargo, independientemente de su uso culinario, en dosis terapéuticas tiene unos efectos beneficiosos sobre nuestro querido corazón y organismo en general.

El Ajo o el Allium Sativum, pertenece a la Familia de las Liliaceae; subdividida a su vez en Alióideas amarilidáceas. Su cultivo y consumo está extendido hoy en día por todo el planeta aunque es originario de la zona de Asia Central y a través de la Ruta de la Seda se fue extendiendo tanto a Oriente como a Europa Occidental para posteriormente dar el salto al continente americano. En realidad, el bulbo del ajo es una hortaliza que consta de 6 a 12 dientes o gajos. Se trata propiamente dicho, de una planta perenne de la familia de la cebolla, de hojas planas y delgadas de una altura que oscila entre los 30 y 50 cm que florece en primavera – verano y cuyas flores son blancas. Es una planta fértil y de cada gajo puede brotar otra nueva planta; requiere de suelos ricos en materia orgánica, con humedad y tipo arcilloso.

El consumo terapéutico de Ajo en nuestros días se puede realizar en perlas de aceite, cápsulas o en extracto liquido. Está aconsejado en casos de afecciones cardiacas ya que es un excelente tónico del corazón pero además se usa para casos de colesterol alto y triglicéridos, reuma, arteriosclerosis, hipertensión, mala circulación, bronquitis, gripe, infecciones generalizadas, parásitos intestinales y algunos casos de cáncer por su poder antioxidante. Y es que el ajo es uno de los más potentes antibióticos naturales conocidos que ha perdurado hasta nuestros días por su eficacia demostrada antiviral, antimicrobiana y antibactericida entre otras propiedades como antiséptico, diaforético, colagogo, carminativo, expectorante…

Consumir Ajo de manera terapéutica es reforzar nuestro organismo de la forma más eficaz y duradera a largo plazo. En realidad, el componente principal del Ajo es la aliina que es quien le confiere su característico olor. También destacan entre sus componentes activos las vitaminas del grupo B (B1, B2, B3, B5, B6) y oligoelementos como el Calcio, Hierro, Magnesio, Fosforo, Sodio, Zinc, Vit. C, Selenio, Potasio, Germanio, etc...

Estadísticamente, China es el máximo productor mundial de este bulbo seguido por este orden de importancia: India, Corea del Sur, Rusia, EEUU, Egipto, España, Argentina y Ucrania. Curiosamente se diferencia a este bulbo en dos grupos: ajo común y ajo noble; y en función de su color: (rosado, violeta y colorado) de sabor intenso; (castaño, blanco y morado) de sabor suave.

Y de manera histórica y a modo curioso… en el libro IV de Moisés, llamado ”Los Números” se cita textualmente: “Nos acordamos mucho del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los cohombros y de los melones, y de los puerros, y de las cebollas, y de los ajos”. En el antiguo Egipto, se hacía acopio de ajo por sus propiedades medicinales. El Codex Ebres, que es un papiro medico de unos veinte metros de largo y data del 1550 a.C. contiene menciones sobre el ajo para su aplicación en el control de cardiopatías, migrañas, mordeduras, parásitos intestinales y diversos tumores relacionados con el aparato digestivo. Los Sumerios y pueblos de Mesopotamia comenzaron a extender su poder curativo y cabe destacar a personajes históricos que contribuyeron a su extensión y conocimiento debido a que también lo usaban con fines terapéuticos como Alejandro Magno, Homero o Aristóteles. Griegos, egipcios y romanos lo usaban como ingrediente en formulas culinarias y medicinales y en ofrendas en rituales. Los legionarios romanos lo usaban como antiinfeccioso y antiparasitario. El escritor Shakespeare, desaconsejaba su consumo a los actores porque debían dirigir dulces palabras al público en lugar de malolientes. El libro herbario de Urbiano (s.XVI) también recoge recetas terapéuticas de uso medicinal de este bulbo con afirmaciones empíricas sobre el ajo. Sin embargo, en 1958, Luis Pasteur, ya define con calidad científica contrastada la calidad antibiótica de este bulbo. Y en el s. XX Albert Scherweitzer lo utilizó con casos de éxito en África para combatir la difteria, el tifus, la tuberculosis y el cólera. Y durante la I Guerra Mundial se recurría a él como antiséptico y cicatrizante externo cuando no se disponía de suministro farmacológico.

Recordad que para cualquier consulta nos tenéis a vuestra disposición en Herboristería Artesanía de la salud, en Plaza Real de Lorca. ¡Un abrazo a todos, carpe diem y feliz verano!.